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    Musica Vallenata o de Acordeón.

    pekerma2003
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    Mensaje  pekerma2003 Vie Ene 01, 2010 8:48 am

    En qué Quedamos
    “Música Vallenata o de Acordeón”


    Por Félix Carrillo Hinojosa - Fercahino

    Compositor, ganador del Festival de la Leyenda Vallenata, en la modalidad de Canción Inédita con el son " Mi Pobre Acordeón". Escritor del libro " Sabiduría en los Cantos y Refraneros Vallenatos" próximo a publicarse por el Grupo Editorial CAÑAGUATE. Periodista vinculado a varios medios como El Espectador, El Tiempo y El Nuevo Siglo.

    “Me lleva él o me lo llevo Yo”
    (Emiliano Antonio Zuleta Baquero)

    Rememorando a los juglares Vallenatos que sin conocerse y con la sola referencia que en “ tal caserío hay un músico y su obra ya empieza a ser comentada”, quiero dirigirme a los aportes expresados por diversos autores reconocidos en el libro “ Mochuelos Cantores de los Montes de Maria la Alta ” del filosofo Numas Armando Gil Olivera, en donde además de hacer un análisis sociológico de esa región Caribeña, recoge de viva voz, las expresiones de dos creadores de la cultura musical colombiana como lo son Adolfo Rafael Pacheco Anillo y Ramón Vargas Tapia ( Q.E.P.D . ).

    En el prólogo del reconocido periodista y escritor, amante del tema Vallenato, Daniel Samper Pizano, plantea que a través de esa investigación, se obtiene el propósito de reivindicar todo el aporte hecho a la cultura musical vallenata, del hombre de las sabanas del Bolívar grande, o sea Bolívar, Sucre y Córdoba, cuando dice “ en el flamante mundo de la Vallenato logia es la reivindicación del llamado vallenato sabanero, denominación que más propiamente corresponde a la música de acordeón de las sabanas del antiguo departamento de Bolívar, San Jacinto y los Montes de Maria ”, situación que no es cierta, debido a que la obra notoria de Adolfo Pacheco Anillo ha sido propagada y querida, en las voces de nuestros más reconocidos cantores e intérpretes vallenatos sumado al hecho relevante que cada vez que éste personaje está dentro o fuera del Festival de la leyenda Vallenata o una delegación de esa región caribeña concursa en el mismo, el tratamiento de nosotros como buenos anfitriones, no ha dejado algo que desear frente a ellos. Esto se lo ha ganado el creador Pacheco Anillo con sus canciones que son vallenatas y el don de gente que posee, que también cuenta al final de un resumen de cualquier actividad, que asuma el ser humano.

    Luego interpreta, la postura del escritor Gil Olivera, que toma como referente especial una obra de Adolfo Pacheco Anillo, titulada “ La Diferencia ”, “ el canto contrasta la actitud abierta, conciliadora de los músicos sabaneros que interpretan tanto los aires vallenatos como los de su región, con la actitud despótica de los vallenatos que se dedican de manera exclusiva y excluyente a cuatro ritmos canónicos: paseo, merengue, puya y son”.Y remata diciendo, “ Así de caliente están las cosas ”. Pero el prologuista va más allá cuando reafirma “son paginas que contribuyen a consolidar el alegato cultural de esta rica región, a cuyos aportes musicales aún no se les ha hecho justicia”. Termina depositando en “los verdaderos amantes del vallenato –entre los cuales hay muchísimos oriundos de Valledupar y Cesar – ven con entusiamo y alegría el “destape” de la música de acordeón bolivarense”, una responsabilidad que está desde hace mucho tiempo, manifiesta y ampliamente satisfecha en cada uno de los aportes realizados por estas dos regiones del caribe colombiano. No he podido entender a estas alturas, por qué ese “continuo alegato cultural” del que habla Daniel Samper Pizano. Máxime que “El Porro”, “La Cumbia”, “El Merecumbé” y “La Gaita” han recibido en justicia, un reconocimiento nacional e internacional, como ritmos ancestrales de nuestro país y de esa región caribeña. Si no es así, qué podríamos aportar nosotros para que ello ocurra?, o dónde está la labor no solo discográfica sino tesonera de tantos valores que hicieron de esos ritmos toda una industria cultural?, dónde quedó lo aportado por “ Los Corraleros del Majagual”, “Gaiteros de San Jacinto”, “Rufo Garrido”, “Pedro Laza y sus Pelayeros”, las Orquestas “ Fuentes” y “Sonolux”, “Lucho Bermúdez”, “Pello Torres y los Diablos del Ritmo”, “Petrona Martínez”, “Totò la Momposina”, sumado a las incontables orquestas y bandas, hechas por hombres que atesoraron su labor bajo el lema del deber cumplido.

    Por fortuna y eso debido al Festival de la Leyenda Vallenata, nosotros nos hemos dedicado a defender los cuatros ritmos que nuestros ancestros crearon como es el Paseo, Son, Merengue y Puya. Por ellos, hemos sido conocidos en el ámbito musical de Colombia y el extranjero.

    Siempre consideró CONSUELO ARAÚJONOGUERA, no por capricho o malisdicencia folclórica como ha sido malinterpretado, es más, así lo dejó entrever en su libro “Vallenatología”, que existían en diversos puntos de la geografía caribeña, varias expresiones del Vallenato. Por razones muy personales, producto de su investigación y un sentido común que siempre le acompañó, no dejó de comentar el deber que existía en cada uno de nosotros frente a su protección, divulgación y cuido, para que los elementos citadinos que se veían venir, no desviaran su fuerza narrativa y poética. Y por ello, llegó a visionar que esta música cubriría a todo el país, como ha ocurrido. Habló de las “escuelas” al interior de esta muestra cultural, las que hoy día, fundamentado en la ciencia, tendrían una mejor explicación, ya que ella sin ser etnomusicóloga, socióloga o antropóloga, veía una ruptura de estilos en cada una de las regiones, que a veces sobrepasaban razones étnicas, de entornos y generacionales, en cada uno de los focos de esa música que emergía con gran fuerza. Como a muchos les ha frenado su norte crítico esto de la “clasificación”, con el permiso de su creadora Consuelo AraùjoNoguera, no hablemos de ello y enfoquemos la discusión en la variedad de “estilos” que posee el creador nuestro.
    Otro de los elementos rescatables del aporte de “La Cacica”, a la cultura vallenata, es que a través del Festival, más de un creador se despertó y expuso su talento, para hacerse conocer o reeditar su trayectoria ya lograda. A estas alturas, no he podido encontrar los elementos excluyentes y arbitrarios que haya usado ella, para arrinconar las capacidades musicales de los concursantes de esa querida región sabanera. Si existen, me gustaría conocerlos y si hay lugar a debate estoy dispuesto a hacerlo.

    Del libro “Mochuelos Cantores De Los Montes De Maria La Alta”, es rescatable la rica y variada sociología que plantea su autor, sobre esa hermosa región del Caribe Colombiano y que compromete a ésta y futuras generaciones a defender y encontrar con ahínco, las causas, consecuencias y posibles soluciones al mal social, político, cultural y económico que padece Colombia y por ende, esa bucólica tierra. Ya en el plano musical, hace uso de las voces, más que autorizadas de Adolfo Pacheco Anillo y Ramón Vargas Tapia, para cubrir de trazos y versos musicales a una región que por ancestro es melodía. Dejan entrever los mismos, las influencias recibidas en asuntos de “tejer mochilas” como también en lo de musicalizar sentimientos. Por ello, no es raro hallar un profundo vínculo entre la “chuana” o gaita San Jacintera, “el Chicote” de nuestros ancestros en Atanquez – Cesar – y “los decimeros” de Lagunita y la Sierra de los Brito, cerca de Barrancas – Guajira - . Qué nos reafirma esto?, que no somos tan distintos pero tampoco iguales. Ese es uno de nuestro mayor valor agregado.

    Muchos censuran la postura de “LA CACICA” frente a la protección y proyección del Festival de la Leyenda Vallenata y de nuestra música. Sin entrar en defensa de nuestra querida e inolvidable mujer de la cultura popular, ya que ella, a través de su talante e inteligencia supo hacerlo, no comparto, más si respeto, la postura del cantautor Adolfo Pacheco Anillo, que en la pagina 63 expone lo siguiente: “pero en el festival lo derrotaron. ¡Ñerda! Que frustración tan grande. Lo derrotaron porque Consuelo Araujo quería demostrarle a la gente que eso era de ellos; que el vallenato era de Valledupar, de la provincia de Padilla, y que de ahí se exportó al Magdalena y a la sabana. Ella no quería que le quitaran eso; siempre fue una mujer de pensamiento muy egocéntrico, muy yoísta. Ella hizo su libro y su festival. El festival fue creación de García Márquez; después López Michelsen la respaldó. Entonces ella lo dividió: el vallenato vallenato; el vallenato bajero y el vallenato sabanero. Al principio ella se confundía con el festival. Le puso al músico Colacho Mendoza, porque Colacho no estaba en la misma nota de Landeros; quería que estuvieran los dos, para sacar al sabanero; para demostrar que lo sabanero era inferior a lo de allá, del Valle de Upar, donde estaban los mejores ejecutores del Acordeón. Eso lo hizo también en el primer festival, cuando Emiliano y Alejo Duràn se enfrentaron. El que iba a ganar era el viejo Emiliano, y eso lo hizo difundir así en el Valle de Upar, a pesar de que el viejo Emiliano había pasado ya su mejor época y Alejo Durán estaba en su apogeo. Pero fue tanta la superioridad de Alejo que los jurados debieron bajar la cabeza ante el acordeón del negro”. Es necesario precisar y corregir varias situaciones planteadas por nuestro admirado creador. Todo concurso, ya sea de belleza, literario o musical tiene sus reglamentos o parámetros que al final rigen o modelan el temperamento de quienes se someten a él. En el caso que nos corresponde, debo decirle que es un tema que no tiene ninguna justificación por parte de los habitantes de la sabana, porque conociendo a Nicolás Mendoza Daza, jamás se prestaría para ser utilizado en su momento o en la actualidad, de comodín por Consuelo Araujo Noguera u otra persona, para salir de ganador en un concurso tan exigente como es el nuestro. Con el respeto que merece aún después de muerto Andrés Gregorio Landero Guerra y sumado todo su palmarés, se dio una serie de factores musicales que incidieron en el resultado. Entre ellos, El respaldo en la Caja de Rodolfo Castilla y Guacharaca, Adán Montero, situación que no tuvo el representante de la Sabana. En la ejecución de la Puya, cuando Nicolás Mendoza Daza interpretó “Cuando el Tigre está en la Cueva” de Juan Muñoz Mejía, se notó profusamente la diferencia con Andrés Landero Guerra que terminó “Fandangueando” su puya. Es más, muchos argumentaron que Nicolás Mendoza Daza era un músico de la élite vallenata, que era muy poco su recorrido artístico. Tamaño despropósito, ya que en ese instante, tenía un trabajo de más quince años, entre grabaciones cantando y tocando o acompañado por otros cantantes, entre ellos, Isaac Carrillo Vega. Y si fue después, con el sonado “Rey de Reyes”, que más le podían pedir sus detractores, si venía de triunfar con todas las voces más premiadas del Vallenato, Jorge Oñate, Alfonso Zuleta, Carlos Lleras Araujo, Diomedes Díaz y Silvio Brito. Si a esto le sumamos, la gallarda postura de Gilberto Alejandro Durán Díaz, cuando reconoció sus yerros en la ejecución del acordeón. No hay razón alguna, para desconocer el valor artístico y ante todo moral, de un hombre como Nicolás Elías Mendoza Daza. Ahora, en lo relacionado a la postura personal de Consuelo Araujo Noguera, considerada por muchos, entre ellos, Adolfo Pacheco Anillo, de “Egocéntrica” y “Yoista”, que no es más, que el resultado de su estilo tan peculiar que a “cierta gente ” no le gustaba. Era eso, su “estilo”, que pocos llegaron a descifrar y quienes lo logramos, tuvimos amiga y crítica, sin perder la esencia inmensa de su amistad. Si ella, no asume esa defensa, por el solo hecho de tener al frente una cultura tan machista como la nuestra, en lo relacionado con la gestación, nacimiento, crianza y darle su mayor estatus, el Festival de la Leyenda Vallenata, dónde estaría?. Eso fue lo que hizo ella, así le tocara debatirse con el más encopetado de los caciques feudales del valle y de otras regiones , que vieron antes de iniciarse este evento folclórico, como una muestra de poca clase social y música con prematura muerte. Será que a estas alturas Consuelo Araujo Noguera no tiene toda la razón y no creen, que valió la pena confundirse con el evento mismo, al fin y al cabo era su hijo. Es más, si la música de la sabana hubiese tenido una protectora y líder como lo fue “La Cacica” con el Vallenato, el desarraigo que están padeciendo los cultores de esa región, no fuera tan evidente. Ahora, este evento lo crearon personas que tenían su razón de ser, frente a lo hecho hasta ahora por Campesinos analfabetas y semiletrados. Que son los argumentos de mala fe que siempre esgrimen, entre ellos, la aparición del escritor Gabriel García Márquez y expresidente Doctor Alfonso López Michelsen en la Música Vallenata. Estos dos personajes, tienen su cercanía con este folclor por razones de sangre, que al final, son de un poder tremendo. Quien lo dude, es bueno que lo averigüe.

    Tampoco es cierto, la analogía que hacen entre Nicolás Mendoza Daza y Andrés Landero Guerra y lo de Emiliano Zuleta Baquero frente a Alejo Duran Díaz. No se puede dar por cierto, todo lo que emite el pueblo. No siempre ese monstruo de mil cabezas va en concordancia con los designios de Dios. Pero quiero dejarle una prueba: Si Consuelo AraùjoNoguera, tenía como su único candidato a Emiliano Zuleta Baquero, por qué lo dejó irse a celebrar al barrio las tablitas, para luego por ese hecho, ser eliminado a los tres llamados. Si ella quitaba y ponía al jurado, éste debió elegir inmediatamente a Emiliano Zuleta Baquero y no plantear una segunda presentación. Se le olvida a nuestro apreciado cantautor, el aprieto en que puso a los mencionados concursantes, un joven de Maríangola llamado Ovidio Granado, que con la voz y guacharaca de Miguel Yaneth, fallecido

    y Rodolfo Castilla en la Caja, les demostró que no solo los arriba mencionados, eran los que podían llevarse la corona como primer rey del Festival de la Leyenda Vallenata. Me gustaría conocer ese acerbo probatorio que llevó al creador Adolfo Pacheco Anillo, para decir con tanta certeza lo expuesto. Es más, seria importante que miráramos con un poco de detenimiento, el jurado que eligió a Nicolás Mendoza Daza, rey del Segundo Festival.

    En lo atinente al libro “ Vallenatología ”, tema de debate siempre que de este folclor haya que hablar, se han detenido siempre en la “clasificación”, pero no apuntan sus dardos a decir siquiera, que este texto es el punto de partida y estimuló a más de uno, en la investigación sobre el Folclor, sus raíces, presente y futuro del mismo. Y si miramos más allá de la nariz, encontramos que hace 36 años no había un evento en donde vaciar tanta música represada. Hoy tenemos el Festival de la Leyenda Vallenata, que por sus conquistadas connotaciones folclóricas, se erige por voluntad propia como el primero de su género y que le compite en igualdad de condiciones, a más de uno en Colombia y el resto de América. Esto me hace presumir, que la actitud planteada por “La Cacica” valió la pena asumirla.

    El Vallenato en su contexto musical no es un solo ritmo. Éste, está sustentado en “El Chicote”, “El Pilón” y “La Tambora”, que le sirvieron de fundamentación instrumental y rítmica al nacimiento de “El Paseo”, “ El Son”, “El Merengue” y “La Puya”, con un atenuante que enriquece al que le escucha y es, la de tener una dancística abierta que le brinda al bailador una mejor manera de expresarse como quiera, frente a sus ritmos, a diferencia de : “El Bambuco”, “La Cumbia”, “El Porro”, “El Pasaje y Joropo”, “El Currulao”, “La Guabina”, “El Bunde”, “El Torbellino”,entre otros, que para “ bailarlo” hay que someterse a una rígida coreografía, que es válida y respetable para cada uno de esos folclores.
    El folclor vallenato también ha vivido procesos de aculturación y transculturación, zambaje, mestizaje y todos esos componentes que enriquecen a Colombia. En nuestra música y cada uno de nosotros, hay vivos vestigios de la cultura Europea, Negroide e Indígena. Por ello, el hombre de la provincia reconoce el papel determinante que cumplieron ritmos externos como: “La Ranchera”, “El Corrido”, ”El Tango”, “El Couple”, “El Bolero”, “La Guaracha”, “El Danzón”, “El Foxtrox”, “El Pasillo”, “El Vals”, “El Mambo” o de manera interna, “El Porro”, “La Cumbia” y “El Merecumbé”. Sumado a ello, valdría la pena que ustedes reconocieran el proceso migratorio ejercido por nuestros juglares a las Sabanas del Bolívar Grande. Entre sus pertenencias no faltó nunca, un Acordeoncito de uno o dos teclados, una mochila o peyòn, lleno de plantas medicinales que unido a su fama de curandero de culebra y de otros maleficios, dejaron profundas huellas que sirven de unión para ambas culturas. Prueba de ello, está Alfredo de Jesús Gutiérrez Vital. Que no es solo Sabanero, también tiene su tronco Vallenato. Por eso él, es grande al interpretar la rica música de la tierra de su madre Dioselina Vital al igual, cuando recurre a las raíces del viejo Alfredo Enrique Gutiérrez Acosta.
    No en vano Carlos Araque, Francisco Rada Batista, Rafael Gutiérrez, Calixto Ochoa Campo, Sebastián Guerra, Luis Enrique Martínez, Abel Antonio Villa, Alejandro Durán Díaz, Juan Manuel Polo Cervantes “Juancho Polo Valencia” sembraron grandes semillas difíciles de desconocer en la cultura de las Sabanas del Bolivar grande.

    Por lo tanto, es más que urgente y necesario, que los investigadores, valores artísticos, seguidores y uno que otro mecenas de esa región, trabajen unidos sin tantas divisiones tanto de forma como de contenido, para no quedarse en el simple remoquete de “ Música de Acordeón ” a lo aportado por tanta gente valiosa, entre ellos, “ Los Corraleros de Majagual ”. Porque en lo atinente a nosotros, si tenemos bien claro lo que es Vallenato y cuando consideramos por razones propias de la obra, que ésta está enmarcada en nuestra estructura rítmica. Es más, no dudamos un segundo en hacerlo ver, así esta obra venga de las Sabanas del Bolívar grande. Prueba fechaciente, es que nosotros consideramos que Adolfo Pacheco Anillo es un creador Vallenato, así él, no se sienta a gusto con esa realidad.

    Todos estos antecedentes, me permiten decirles que no es cierto, que a los intérpretes vallenatos les queda difícil crear, divulgar o llevar entre sus acordeones y voces, los acordes líricos de una cumbia o un porro. Esas grandes diferencias están zanjadas y prueba fehaciente de ello, son los triunfos de nuestros Acordeoneros en sus Festivales, donde ustedes reemplazan el merengue y la Puya por el Porro y la Cumbia. Es más, cuando El Binomio de Oro, los Hermanos Alfonso y Emiliano Zuleta Díaz, Iván Villazón y Saúl Lallemand, Los Betos y Jorge Oñate con Julián Rojas, han hecho uso de sus porros y cumbias, la versatilidad de nuestros artistas queda en evidencia. Si hay alguna queja al respecto, no he tenido conocimiento sobre ella. No sobra decirles, que Calixto Ochoa Campo, natural de Valencia de Jesús – Cesar -, salió de nuestras entrañas con todo el influjo musical que tenemos y un día cualquiera, recorrió en nuestra representación toda esa tierra de la Sabana. Allí se posesiono y con lujos de detalles en doble vía, logró enriquecer a esa tierra para constituirse en el gran pilar creativo de “Los Corraleros del Majagual” y de la Música Vallenata.

    Pese a todos esos logros en ambas partes, no deja de sorprenderme la posición de ciertos investigadores, que se dejan arropar por el ambiente donde se hallan y le dan rienda suelta a la imaginación y empiezan, a construir un discurso que va en contravía de la verdad y ante todo, de sus propios conocimientos. Es el caso de Simón Martínez Ubárnez, que en su afán de querer prenderla una vela a la sabana y a sus excelentes cultores, en detrimento de la tierra vallenata, al exponer en su elocuente discurso lo siguiente, “ nunca los Vallenatos hemos tenido la deferencia de agradecer ese presente que el gusto colectivo –asumiendo la determinación de que su voz es la voz de Dios...”, olvidando que el Compositor y director de Turismo, organizador del Festival de la leyenda Vallenata en los años 1972 y 1973, Doctor Alonso Fernández Oñate, fallecido, participó con un paseo “Gracias por la Hamaca Grande”, obra que fue exaltada por la junta organizadora de nuestro evento, al recibir una mención especial. Sumado a esto, aparece el periodista Alfonso Hamburger planteando una serie de conjeturas, las cuales me gustaría conocer, “Cuáles son las mentiras construidas a través del festival de la Leyenda vallenata”, muy a pesar que él reconoce, que a su música le ha faltado dolientes y las falencias que tuvo Andrés Landero y el que no lo era, proveniente de la tierra Sabanera. O las que el escritor Ariel Castillo Mier acuña, al emitir unos conceptos, que estoy seguro él, debe tener todos las pruebas que soporten sus señalamientos. Por ello, me gustaría conocer los nombres de los que han visto en el merengue “El Pintor” de Adolfo Pacheco Anillo una directa alusión a nuestro creador Rafael Calixto Escalona Martínez, cuyo “Ego” según Castillo Mier es “argentino” “ y que después de viejo se volvió pintor y novelista Naif”. Sobre su apreciación, le puedo decir que: “ESCALONA, es el que mejor ha pintado en sus canciones nuestra región y por ello su grandeza”. No comprendo, por qué Usted valora lo creado por Adolfo Pacheco Anillo, en detrimento de lo nuestro, al decir “una canción que, como muy pocas en el vallenato plantea una reflexión acerca del lenguaje poético, su naturaleza, su función y sus relaciones con otros lenguajes artísticos”. Siento, que lo ha hecho pecar, su falta de conocimiento y estudio sobre nuestra música vallenata. Por qué esa postura de defender a unos ritmos, debe ser enfocada por el escritor Ariel Castillo Mier como “actitud despótica de los Vallenatos”. Me gustaría conocer los factores económicos, políticos y sociales, que manipularon el desplazamiento de la música sabanera por la vallenata. En donde señala, sin pruebas, si las hay que las presente, que el Festival de la Leyenda vallenata es el “producto de Alfonso López Michelsen, Gabriel García Márquez, Consuelo Araújo Noguera, bajo “la complicidad” de los medios masivos de comunicación y que producto de ello, la música vallenata está en el sitial donde se halla”. Será que nuestra cultura musical y folclórica necesita del aval del mar para lograr su consolidación?. Nuestros antepasados y menos nosotros, hemos dividido cualquier expresión artística alguna. Lo que nos encomendaron, ha sido la continuidad de todo ese legado construido por ellos, que está lleno de música.

    Haciendo uso del instrumento de la paciencia y como el caracol, hemos hecho inmortalizar a una región conocida como “La Gran Provincia”, con una música sencilla y raizal. No puede ser, que solo en la obra de nuestro admirado creador Adolfo Pacheco Anillo, se encuentre los variados elementos de “razón, sentido crítico y autoconciencia crítica”. En nuestra tierra también hay de eso, que usted anota. Péguese un buen viajecito por la “provincia”, para atenderlo como Dios manda y empezará a encontrar de manera silvestre, un variado grupo de acordeoneros, cajeros, guacharaqueros, compositores y cantantes, que descifran el sentimiento que fluye de manera natural, en cada rincón de nuestra tierra. Acá, “nosotros seguimos mostrando a nuestros hijos sin tener que esconder a nuestros padres y abuelos”, Porque nuestra música ha dado los saltos generacionales que le permiten mantenerse. En ella, se destacan los elementos rurales, campesinos y feudales hasta llegar a lo urbano, fuentes constructora para que lo clásico, moderno y postmoderno de nuestros creadores e intérpretes, sean corresponsales directos de nuestra cultura musical.

    “ En el Vallenato hay que crear semillas libertarias,
    para evitar el autoritarismo folclórico”

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    Mensaje  edvel13 Lun Ene 04, 2010 1:37 pm

    Muy interesante tu artículo Pekerma
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    Mensaje  samue Dom Ene 10, 2010 1:03 am

    lo que pasa es que usted tiene que aceptar que los mejores acordeonistas estan en la sabana,ese es el gran dolor que siente la gente de la provincia asi que aceptelo por favor LOS MEJORES ACORDEONISTAS ESTAN Y SIEMPRE ESTARAN EN LA SABANA.

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